basta con dejar atrás la puerta de casa para que el corazón comience a saltar libremente bajo la camisa si llevas sentada en la barra a aquella niña cuyo olor de su piel se une al de la hierba segada, al del agua dormida de las acequias, al del rastrojo abrasado por el sol, a cualquier aroma que te ofrece la naturaleza mientras cruzas el campo camino del mar (...) y todo el concepto abstracto de felicidad se confunde con el sabor a mejillones (...)
Si la vida fuera como debería ser, todos los viajes en bicicleta habrían de dar finalmente en el mar
Manuel Vicent
No comments:
Post a Comment